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Fotógrafo Martín Chambi

Fotógrafo Martín Chambi

El fotógrafo Martín Chambi, nació en 1891 en Coaza, un pueblo como muchos en las alturas de Puno, pero encontró en el Cusco más de un motivo para grabar sus imágenes en el corazón de su cámara fotográfica. Martín Chambi buscó siempre saber más de su oficio, aprender de sus mayores en Arequipa (donde muy joven conoció a los hermanos Vargas), en el Cusco, en Lima o en el extranjero; en todo momento nunca dejó de ser el maestro del ojo sensible y oportuno.

El contexto social y cultural en que se desarrolló fue el óptimo, pues una ola creciente de interés turístico e histórico y de investigaciones arqueológicas (la ciudadela de Machu Picchu fue descubierta oficialmente en 1911), así como la llegada al sur de los beneficios modernos de la tecnología (motocicletas, automóviles, vuelos aéreos, nuevas carreteras) fueron, indudablemente, los acicates visuales de su inquieto espíritu observador.

Foto de Machu Picchu por Martin Chambi

Chambi fue uno de los protagonistas de la denominada escuela de Fotografía Cusqueña. Expuso en vida por lo menos diez veces, tanto en el país como fuera de él. Muchos críticos aseguran que dividió su trabajo en dos grupos: el de índole comercial, que incluía los retratos por encargo – en estudio y exteriores – ; y el de carácter personal, cuya temática era antropológica.

Las tomas famosas en las que capta instantes cruciales de la vida moderna de la antigua capital del Tahuantinsuyo (por ejemplo, el primer vuelo aéreo a cargo de Velasco Astete) estarían, más bien, en el punto intermedio de ambas modalidades.

El investigador peruano Jorge Heredia, radicado en Amsterdam, Holanda, asevera que la obra del fotógrafo ha sido revalorada desde fines de los años setenta con resultados muy diversos, quizá tan heterogéneos como la naturaleza del mismo legado, cuya densidad – agrega – permite destacar cualquier punto de apoyo para todo tipo de presentación.

“Él ha sido fotógrafo de blancos que codiciaban sus imágenes, pero también de indios y mestizos”, sostiene Heredia, quien afirma que el artista puede ser tomado “como un fotógrafo documental al pie de la letra”, y también puede “acercársele a cierto formalismo o ser considerado sin más como un llano producto artístico, así como hizo el pictorialismo en su época”.

Se dice que tuvo un claro sentido práctico como profesional de la imagen. Esto lo indican especialistas en la materia como el cineasta José Carlos Huayhuaca, autor del libro Martín Chambi fotógrafo, quien sentencia que éste era un hombre “con los pies en la tierra”, aunque no al punto de hacer cosas por razones monetarias, pues de lo contrario se hubiese quedado en Arequipa, donde tenía más posibilidades que en el Cusco. Una de las etapas de su vida pocas veces mencionada en detalle ha sido su labor de reportero gráfico para el diario La Crónica y la revista Variedades (1920 – 1927), publicaciones peruanas que ilustraron muchas de sus páginas durante el oncenio de Leguía con fotografías realmente inéditas de Chambi, todas ellas muy sugestivas, nítidas y perfectamente concebidas.

Acontecimientos, curiosidades, hechos singulares, noticias, en suma, era lo que el lente puneño, adoptado por el Cusco, reveló en el trabajo diario, y no sólo para la capital limeña, sino también para la ciudad cosmopolita de Buenos Aires, donde colaboró nada menos que en el diario La Nación.

Y es que su obra trasciende preocupaciones personales y llega a calar a fondo en el alma colectiva del pueblo. En su caso, el arte fotográfico no deviene verticalmente de parámetros indigenistas – como podría creerse, aunque aquel estímulo de reivindicación lo ayudó a tomar conciencia de su identidad cultural -, sino que se enriquece verdaderamente de sí mismo, como artista que fue en el esfuerzo por captar lo singular de cada persona, situación o paisaje.

Tras disfrutar en vida del reconocimiento de la crítica, de la prensa y del público, sufrió un decaimiento de su salud y quizá también de su obra. Pese a ello, en 1958, al celebrar sus bodas de oro como profesional, su figura se renovó e incluso recobró presencia en los medios de comunicación en sendas entrevistas y reportajes. Parte importante del archivo Chambi – actualmente bajo el cuidado de su hija Julia – ha viajado por distintos países de Latinoamérica.

La iniciativa de observar las reproducciones partió de las mismas instituciones y asociaciones extranjeras, como el Colectivo de Fotógrafos, de Uruguay; el Museo San Martín, Argentina; el Palacio de Bellas Artes, de Chile; y los Amigos de la Fotografía, de Sao Paula, Brasil.

El archivo, cuyas placas se conservan bien por el clima seco del Cusco y la atención de la familia, debería contar de todas formas con una inmejorable infraestructura que proteja el valioso material. “Todo se conserva en las cajas que dejó mi abuelo, con su propia clasificación de puño y letra. Son alrededor de 30 mil placas de vidrio; más de 12 mil a 15 mil fotografías en rollos, que es un reciente descubrimiento cuyos detalles pronto publicaremos”, anota Teo Allain Chambi, nieto del fotógrafo y uno de los más interesados en el rescate de la obra total.

El reconoce, sin embargo, la necesidad de una sistematización digital del trabajo, para que así ya no se manipulen directamente las placas o las fotos.

Solo después de su muerte, acaecida en 1973, su obra ha vuelto a ser estudiada, apreciada y admirada por todo el mundo, a partir de exposiciones internacionales, como la que se realizó a mediados de la década del noventa en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. O la más reciente, en noviembre de 2001, en París, Francia, nada menos que en los sobrios del Instituto Cervantes.

Quedan en la memoria fotos notables como la de Victor Mendivil con un campesino de Paruro (1932), Organista en una capilla de tinta (1936), Orquesta de la familia Echave (cusco, 1931); así como la titulada Chicha y sapo, costumbres cusqueñas (1930), entre otras tomas excepcionales.

Debemos mencionar que, no obstante el esfuerzo del propio fotógrafo por difundir su obra (exposiciones en el interior, en Lima y fuera del país así lo comprueban), ésta no logró quedar en la memoria de los hombres y mujeres de su país sino hasta hace poco años, en que recién el nombre de Martín Chambi nos dice tanto como sus impresionantes imágenes.

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