“Nada es más poderoso que una idea a la que le llegó su momento”.
Por: José Tamayo Herrera.
La creación del símbolo
La creación de este símbolo heráldico, la bandera de los siete colores, y su entronización como bandera del Cusco no surge en 1939 como pensaba la doctora María Rostorowski de Diez Canseco, sino en décadas más próximas. Fue en la década de los siglos 70, del siglo XX (circa, 1975 – 1976), en plena época republicana contemporánea, y es obra de algunos cusqueños, coetáneos, aún vivos y presentes, y no un fenómeno o asunto que tenga su origen en el siglo XIX, y menos aún en los tiempos coloniales y mucho menos aún que se remonta a la época incásica. Esta creación de la bandera del Cusco, corresponde a la corriente ideológica nativista, que brota de la mentalidad cusqueña y que se conoce como “Incaísmo” o Incanismo”. La presunta bandera del Tawantinsuyu, es obra de los últimos 33 años de la historia del Cusco. Es la creación de un signo o símbolo moderno, mejor diríamos contemporáneo, de identidad de los cusqueños, de la “Segunda Modernización” del Cusco en el siglo XX, y surgido en último tercio del siglo anterior.
A lo largo de nuestra pesquisa siempre nos preguntábamos: ¿En qué persona, en qué mente se originó esta presunta bandera del Tawantinsuyu como insignia de los siete colores? Ubicar este origen era primordial e importantísimo.
Siempre desde nuestro primer informe del 15 de enero del 2007, sospechábamos que una de las hipótesis a validar, era la conjetura de que este emblema de los siete colores nació en la “Asociación Folclórica, Danzas del Tawantinsuyo”, presidida por el broadcaster Cusqueño Raúl Montesinos Espejo, que entonces quedó encargado de escenificar el Inti Raymi en Saqsayhuamán, y uno de cuyos asesores artísticos más importantes era el célebre pintor cusqueño Juan Bravo Vizcarra, cuyas pinturas murales exoman plaza y avenidas del Cusco.
Por eso, nos propusimos entrevistar a Juan Bravo Vizcarra en Lima, conversación que celebramos en los primeros días de agosto del 2007 y este artista e intelectual nos dijo: “Efraín Montesinos Velasco, ex presidente de la CRIF” entre 1957 y 1962, era propietario de un “Uncu” inca, en el cual se apreciaba una “mascapaychas” pequeñas, coloreadas y en una de ellas aparecían los siete colores de arco iris” (Juan Bravo Vizcarra, comunicación personal).
Seguimos investigando en torno a la familia de Efraón Montesinos y nos enteramos que el “Uncu” fue vendido a Enrico Poli y que se hallaba en el museo de éste, en Almirante Cochrane 466, Miraflores, donde pudimos verlo, como puede hacer cualquier interesado en la investigación.
En efecto, el “Uncu” (sobre cuya autenticidad y antigüedad debían pronunciarse los arqueólogos, mediante el radiocarbono 14), es una pieza extraordinaria. Tiene tocapus multicolores, en seis líneas horizontales con 23 símbolos encada una y 18 líneas de los mismos en forma de triángulo invertido, lleno de “tocapus” en el cuello, además de personajes en número de diez, que parecen orejones y dos felinos. Lo más importante para nuestro propósito, es que en la parte inferior, hay doce “mascapaychas”, entre las cuales, la inferior del extremo izquierdo, representa diversos colores en forma horizontal, colores bastante parecidos al arco iris, pero que no permiten una visualización perfecta porque son muy pequeños, apenas uno, o uno y medio centímetro.
¿Era suficiente ver esta “mascaypacha”, solitaria, para deducir de ello, la existencia de una bandera incaica formal, con sus colores y su función identitaria? Creemos que es hipótesis demasiado audaz, para ser verdadera y cierta.
Juan Bravo Vizcarra, nos dijo asimismo, que había leído en Bolivia, en uno de los tomos de la obra del arqueólogo europeo Arthhur Poznanski, (que investigaba la cultura del Tiahuanacu y además la antropología física de los collas y aymaras bolivianos), que este autor afirmaba la existencia de una bandera andina de los siete colores. Nos acercamos a la Biblioteca nacional del Perú, a su Sala de Investigaciones Bibliográficas y encontramos todos los libros y folletos de este autor existentes en ella, sin hallar en ningún libro o folleto de Paznanski, referencia alguna a la pretendida bandera.
Igualmente, el pintor cusqueño, cuyas opiniones comentamos, nos afirmó que el vocablo “whipala”, quiere decir bandera.
Whipala, en efecto, quiere decir bandera, pero no en quechua, sino en aymara, conforme lo comprobamos en el Diccionario Aymara Español del proyecto de Educación Bilingüe Puno. El error de Bravo fue no percatarse que esta palabra aparece en ambos idiomas: en aymara y en quechua, pero tiene diferentes significados en cada uno. En quechua cusqueño, inca, la palabra “wiphala” significa pañuelo, pañoleta, pañolón y de ninguna manera bandera. Además en otra acepción común, alude a una danza indígena que se realiza dando vueltas, alborozadamente, agitando pañuelos y pañoletas, en señal de albricias.
Además, Juan Bravo Vizcarra, nos narró cómo se enteró él, que era su eminencia gris, que Raúl Montesinos Espejo, que era un simple empresario, sin mayor cultura histórica o humanística, como el asunto de la bandera como cosa propia, descubierta e inventada por él, violando en derecho de autor de Bravo Vizcarra.
Lo que quiso hacer Montesinos Espejo con esta idea de la bandera de los siete colores del arco iris, se prueba con el único documento escrito que felizmente existe a propósito de esto.
En ese documento, que es una prueba y un testimonio definitivo, escrito e indubitable, se demuestra que Raúl Montesinos quiso celebrar los 25 años de esa radio en forma lúcida y brillante, para lo que, en “algún momento se iluminó su mente con la idea de la bandera, pensando que en el Incanato debió haber una bandera, aquel símbolo, que en las naciones modernas representa a la Patria”. (Montesinos, 1998:5).
Añade luego el broadcaster con sincera ingenuidad: “aunque ninguno de los cronistas habla de que existiera una bandera, como se le concibe hoy… nada afirma que sí la hubo, como nadie niega tampoco, su posibilidad (Montesinos, Doc. Cit).
Como dice el mismo entusiasta empresario, muy convencido de su invento “nadie se oponía a la idea”, y por eso, premunido de este silencio, Montesinos decidió, de por sí y ante sí, mandar confeccionar lo que pudo haber sido la bandera el Tawantinsuyu, con el respaldo económico de Cervesur, que aportó quinientos soles para que se confeccionara una bandera gigantesca de 14 metros por 8 metros, la misma que empezó a flamear en la Plaza de Armas, izada a invitación de Montesinos, por el entonces alcalde Jesús Lámbarri Bracesco el 30 de Octubre de 1973 (Montesinos publica una fotografía del izamiento con el Alcalde en primer plano, el cual, inconscientemente, cayó en la trampa y se prestó a la supercharía).
Añade Montesinos Espejo, “la que pudo haber sido bandera del Tawantinsuyu, flameó con el total beneplácito, aceptación y aplauso del nuevo símbolo, de parte del numeroso público, concentrado en el atrio y en la Plaza de Armas del Cusco (Montesinos: 1998:6,7).
Esta abusiva apropiación de una idea, por más que fuera arredra, de la autoría de Bravo Vizcarra que hizo dolosamente Montesinos, causó estupor al primero y originó una marcada desavenencia entre ambos en aquella época.
Como todo este asunto de la bandera no tenía el ampara de resolución oficial alguna y era de carácter informal hasta 1978, hubo una persona que sin mencionar para nada el origen de la cuestión en las ideas Bravo Vizcarra y los actos de Raúl Montesinos, ni su anterior concreción material informal, sin citar a estas fuentes ni investigar el tema en absoluto a la luz de la heráldica, en forma exabrupta y por una simple moción de orden del día, lo cual demuestra su improvisación y la falta de un expediente que la sustentara, propuso la actual bandera del Cusco de los siete colores del arco iris.
Ocurrió el 9 de Junio de 1978 siendo alcalde del Cusco el señor Gilberto Muñiz Caparó, cuando emitió la Resolución N° 17, del 9 de Junio de 1978, que aprobó la Moción de Orden del Día presentada por el regidor de cultura señor Mario Cutimbo Hinojosa, proponiendo la creación de la bandera del Cusco, presuntamente teniendo como modelo la propuesta bandera del Tawantinsuyu. Se aprobó la bandera de los siete colores del arco iris, comenzando por el rojo, en franjas horizontales y terminando en el violeta.
Debería ser izada en todos los actos oficiales a la izquierda de la bandera patria, roja y blanca. Dicho seño Regidor, Mario Cutimbo Hinojosa, profesor del Colegio Ciencias, sin ningún análisis ni estudio histórico – heráldico serio y previo, recogió esta idea de Bravo, y de ser una simple opinión la convirtió en una verdad oficial del gobierno local, haciendo comulgar rueda de molino al alcalde Gilberto Muñiz Caparó, al hacerle aprobar esta bandera, alegando que era la bandera del Tawntinsuyu. Lo extraño es que en la sesión del Concejo Provincial, ningún regidor, ni el mismo Alcalde, formularon observación alguna o plantearon un estudio más moroso y serio, antes de tomar una decisión identitaria tan importante. Sería tal vez por el hecho de que todos eran legos en historia, y por eso aprobaron por unanimidad y con apresuramiento la decisión municipal.
Lo que dicen las crónicas.
La moción del regidor Mario Cutimbo, según la carta del 10 de Julio del año 2000 del ex alcalde Gilberto Muñiz Caparó al alcalde Carlos Valencia Miranda, estaba sustentada en el escudo de armas de José Gabriel Thupa Amaru, y que este escudo del prócer caneño inspira la nueva bandera del Cusco, pues contenía el Arco Iris como elemento heráldico.
Esta afirmación del alcalde Muñiz, también del regidor Cutimbo, constituye un error garrafal. El escudo no pertenecía a José Gabriel Thupa Amaru, sino al cornista cusqueño mestizo, Inca Garcilaso de la Vega, pues la imagen del arco iris, cuyos extremos están sostenidos por amarus o culebras, que se entrelazan por la colas , pertenecen a la imagen que Garcilaso publicó en su libro “comentarios reales de los incas” en 1609, en Lisboa, en su edición “Princeps” (130 años antes del nacimiento de Thupa Amru), como elementos gráficos y heráldicos, para conseguir del Rey de España, la aprobación de su propio escudo. El Inca Garcilaso, es el primer cronista en representar gráficamente el arco iris, pero cuyo proyecto de escudo que contenía esta imagen, jamás fue aprobado por el monarca español. Es curioso además que un cronista tan imaginativo y tan admirativo de lo incaico, cuya memoria trataba de reivindicar en todo momento, no diga absolutamente nada sobre una presunta bandera del Tawantinsuyu.
De las más de 100 cronistas y autores de relaciones, mayores y menores, que escribieron sobre el Perú prehispánico y sobre el Tawantinsuyu en particular, pre toledanos, toledanos y postoledanos de influencia dominica o jesuita sólo un cronista jesuita Bernabé Cobo, el año de 1653, 120 años después de la sorpresa de Cajamarca, en la que Pizarro abatió a Atahuallpa, que es un recopilador tardío, muy tardío, de noticias e historias sobre los incas, insinúa y habla de una bandera del Tawantinsuyu con los siete colores del arco iris, según afirma Carlos Aranibar Zerpa, uno de los mejores conocedores de la crónicas andinas. Cobo, es una ínfima minoría, el 1% frente a la mayoría de los otros cronistas: españoles, indios y mestizos, que no tocan el tema e ignoran totalmente respecto a una probable bandera del Tawantinsuyu, en caso de haber existido. Cobo es un cronista solitario e inseguro en este tema. El único que insinúa la existencia de este emblema del Tawantinsuyu, contra el silencio sepulcral de 100 cronistas, mayores y menores, inmediatos y mediatos y autores de relaciones locales menos importantes.
El cronista Juan Santa Cruz Pachacuti Yampi – Salcamaygua, en su crónica habla de un elemento simbólico llamado “unancha”, de los que habría habido dos: la “aucaunancha” y la “qapaqunancha”, que vendría a ser el “Pendón real”, según Juan José Vega Bello.
Sin embargo cabe decir que en quechua colonial este vocablo quechua “unancha”, figura en el Lexicón de Fray Domingo de Santo Tomás, como estandarte en 1560 y no como bandera.
El Cronista indígena Felipe Guaman Poma de Ayala, famoso por sus dibujos y pinturas, con las que ilustra a la manera moderna del siglo XX su crónica de 1613: “Nueva Crónica y buen Gobierno” y que pinta, ilustra y dibuja con gran acuciosidad, (una especie de Chambi del siglo XVII) los temas incaicos y preincaicos, ignora totalmente el tema de la supuesta bandera del Tawantinsuyu o del inca. En el supuesto caso de tener éste o el imperio una bandera de siete colores, la hubiera dibujado, expresa, detallada y acuciosamente, pues a éste cronista gráfico por Excelencia, no se le hubiera podido escapar símbolo o emblema tan importante.
Las fuentes iconográficas.
Como los incas parece que no tuvieron escritura, aunque el significado y lectura de los “Tacapus” y los “Kipus” están aún por dilucidarse y podrían resultar históricamente revolucionarios, otro material gráfico que constituye fuente de primera mano, son los tejidos, como el “uncu” antes aludido y los “Keros” o vasos de madera, de tradición de los siglos XVI y XVII, y de los cuadros cusqueños “neo incas” del siglo XVIII.
Ya hemos investigado por ejemplo el “uncu” ¿inca?, de la colección de Enrico Poli, que originó este proceso de la década de los 70. Ahora cabe estudiar otros aportes gráficos y materiales de la cosmovisión incaica. Nos referimos a los “keros” o vasos de madera, de transición entre el incaico y la Colonia, de los siglos XVI y XVII. Los keros incas auténticos preconquista fueron monocromos, estriados, a diferencia de los Keros o vasos de transición, a culturados, sincréticos, polícromo, pintador con laca e historiados, altamente gráficos y expresivos, hasta semejar pequeños cuadros coloniales y que representan, continuamente, motivos heráldicos como el escudo probable de Sayri Túpac, las escenas de guerra entre los españoles e indios, la flora, la fauna y las costumbres de los descendientes de los incas.
Entre los 300 o 400 “keros”, que atesora en Mueso Inca de la Universidad de San Antonio Abab del Cusco (la colección más grande el mundo), en el Palacio del Almirante en el Cusco, no existe ninguno que represente bandera incaica alguna, con siete colores, semejante al arco iris. Dada la policromía extraordinaria de estos vasos de madera de chachacomo, resaltaría a ojos vistas alguna bandera con los colores “quichi” o arco iris, deidad del panteón inca.
Pese a que los descendientes de las panacas incaicas y los curacas coloniales perennizaron su memoria social y memoria colectiva, (su propia y particular forma de “escribir” la historia, como pueblo glorioso, ahora vencido), en estos vasos ceremoniales no encontramos en ningún “kero” bandera alguna del Tawantinsuyu.
Otra manifestación cultural iconográfica de finales de la colonia, fue la pintura neoinca, de mediados del siglo XVIII, anterior a la revolución de los Thupa Amaro, en la que los nobles incas y curaras distinguidos se hacían pintar por los pintores indios y mestizos, (ya escindidos, en 1688, del Gremio de Pintores Europeos por el movimiento pictórico nacionalista de este año), con “cusmas”, “uncus”, “tocapus” y elementos heráldicos europeos, para afirmar a su grupo social y a su nación, la República de Indios, de la época de los Hasburgo.
El ninguno de los cuadro de personajes civiles “neoincas”, que existen en el Museo Inca de la Casa del Almirante, ni en Lima aparece ninguna bandera incaica con lo siete colores del arco iris.
Exploremos la fuente lingüística.
Cambiando de estrategia científica y dándole un sesgo diferente a la investigación, internémonos en los idiomas andinos, el quechua y el aymara, en los diccionarios quechuas, tanto coloniales como contemporáneos, en los instrumentos de comunicación que se basan en la oralidad, antes que en la escribalidad o la electronalidad (D´anens).
En el “Vocabulario de la Lengua de todo el Perú, la llamada Qquichua o del Inca” del siglo XVII de Diego Gonzáles Holguín, ni en sus entradas que quechua ni en sus entradas en español, aparece la palabra “unanchay” con el significado de bandera.
Con lo que podemos concluir que la palabra bandera no existió en el siglo XVII, y por lo tanto, tampoco en el imperio ya vencido.
Lo más importante, es que en las entradas en español, no aparece en ninguna parte la palabra bandera, por lo que podemos concluir provisionalmente, que la inexistencia de la palabra equivalente en quechua, del nombre de la denominación, significa con casi absoluta seguridad, la inexistencia de la cosa, del objeto aludido, en este casi, del concepto de bandera.
En el Diccionario Quechua-Castellano de la academia de la Lengua Quechua de 1995, el más reciente y oficial que refleja el quechua de nuestra época. Aparece la palabra “laphara”, con su traducción española como bandera (Pag, 251). Asimismo se refiere también a la palabra “Unanchay”, como estandarte.
Esta palabra “Unancha” o “Unanchay, según Mario Mejía Huamán, profesor de quechua moderno en la Facultad de Traducción de la Universidad Ricardo Palma, no significa bandera sino estandarte, algo así como el “lábaro” romano con el signo latino (SPQR), “Senatus Papulus Romanum” y significa también, símbolo o signo.
Ya hemos visto que la palabra “Whipala”, significa bandera pero en aymara, no en quechua, como aparece el acápite de esta investigación, en quechua whipla no significa en absoluto bandera.
La vida infausta y equivoca de la bandera de los siete colores.
Después que en 1978, el alcalde Gilberto Muñiz Caparó, introdujo y creó la bandera del Cusco, basado en un error monumental, mucha agua ha corrido bajo los puentes de la historia. La presunta bandera del Tawantinsuyu o bandera del Cusco, con sus siete colores ha sido detentada y usurpada por lo más increíbles y terríficos grupos humanos y movimientos sociales totalmente extraños al Cusco y a sus esencias.
Victor Angle Vargas, Historiador cusqueño, sobre temas incaicos y coloniales, en un folleto reciente de su autoría: “Perentoria necesidad de sustituir la bandera del Cusco”, dice: “El artista Gilber Baker, de San Francisco EE.UU, en 1978 diseñó e hizo una bandera con seis rayas que representan los sietecolores del arco iris (SIC) como un símbolo del homosexual y orgullo de la comunidad lesbiana”, posteriormente Steven W. Anderson publicó en la revista Miranda, de mayo de 1993 (Pag. 25) que el más vívido de los símbolos gay, es la bandera del arco iris que representa la diversidad de nuestra comunidad. En noviembre del 1978, fue asesinado el primer supervisor abiertamente homosexual de la ciudad de San Francisco, Harvey Milk, en el curso de un desfile demostrativo del movimiento gay. La comunidad homosexual usó para expresar su solidaridad y su protesta, la bandera cuyos colores representan el arco iris (Angles s/f: 12, 13).