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La Hoja de Coca

La Hoja de Coca

Con el maíz y la papa, la coca conforma la trilogía de plantas que tuvieron en tiempos prehispánicos un carácter sagrado y que siguen desempeñando hasta hoy un papel importantísimo en la alimentación y la cultura del pueblo peruano.

La coca (Erythroxylon coca, E. novogranatense) es un arbusto que alcanza los 2,5 metros de altura de tallo leñoso y hojas elipsoidales, pequeñas y de color verde intenso. Sus flores son minúsculas y blancas. Sus frutos, de color rojo, tiene forma ovoide y miden alrededor de un centímetro.

La coca crece adecuadamente en las tierras cálidas y húmedas de la vertiente oriental de los Andes, en un rango altitudinal que va desde los 1200 hasta los 2000 m.s.n.m. sin embargo cultivos en alturas fuera de ese rango son posibles en determinadas regiones. Crece incluso bajo la sombra de grandes árboles en las regiones tropicales.

La coca contiene varias sustancias conocidas como alcaloides. La cocaína, es solo una de ellas. Estos alcaloides poseen propiedades estimulantes, anestésicas, terapéuticas y mitigadoras del apetito, la sed y el cansancio y se extraen de la hoja mediante la masticación o el cocimiento.

La coca se cosecha hasta tres veces al año y de manera manual. Las hojas son arrancadas por el peciolo y secadas al sol para su posterior venta y comercialización. Una misma planta puede se cosechada hasta por diez años. No se ha encontrado coca en estado silvestre y los testimonios arqueológicos prueban que su uso estuvo ampliamente difundido desde mucho antes de los incas, de modo que su domesticación y forma de utilización fue el resultado de seculares trabajos.

El consumo de la coca está ampliamente difundido entre la población indígena de los andes. El chacchar es el acto de masticar las hojas secas para extraer de ellas las sustancias activas y estimulantes. Para lograr los efectos deseados, es necesario agregar un componente alcalino a la mezcla, usualmente cal viva o ceniza. Este se obtiene con la llipta (ceniza de tabaco, de maíz o de quinua que mezclada con chicha, se guarda en forma de panecillos o bloques) o simplemente con la ayuda de un alfiler previamente humedecido con saliva.

La hoja de la coca posee, asimismo, virtudes medicinales, ya sea sola o combinada con otras sustancias. Contra las cefaleas se aplican las hojas, algo mascadas o enteras, sobre las sienes. Para mitigar los dolores ventrales, se mascan con llipta. En infusión, contrarrestan el mal de altura, controlan la diarrea y aún los vómitos originados por la tuberculosis; y en fricciones se emplean para curar los sabañones.

Su uso trasciende el mero hecho de mitigar las sensaciones de hambre, sed o cansancio, pues el chacchado, en realidad, es un acto ritual con profundas implicancias sociales para el hombre andino. Según Enrique Lopéz Albujar, el chacchado “estimula, abstrae, alegra, entristece, embriaga, ilusiona, alucina, impasibiliza”. La coca proporciona al campesino resistencia a la fatigas y al hambre, o sutileza para penetrar en las complejidades del alma humana. Con ella oficia el pacco (chamán andino) durante sus ceremonias mágicas; y ensimismado, el hombre andino la saborea para penetrar en los arcanos de su destino. Sirve, además como planta mágica. Sus hojas se soplan al viento para obtener resultados adivinatorios, así como para ofrecerlas como ofrenda a los dioses y lugares sagrados.

Después de la conquista las opiniones de los españoles en torno a los efectos de la coca se dividieron, pues unos los atribuyeron a la influencia de las antiguas supersticiones, otros pensaron que eran puramente imaginarios y no faltaron quienes la vieron producir “fuerza y aliento en los indios”, pues “con un puñado de coca (podían) caminar doblando jornadas, sin comer a veces otra cosa” (José de Acosta). Andando el tiempo, hubo hombre de ciencia, uno de los primeros en describir sus efectos benéficos fue Hipólito Unanue, que llegaron a recomendar “la planta divina”, sugiriendo su empleo doméstico en lugar del té, encareciendo su benéfica acción sobre las energías de marino y soldados y aun destacando sus virtudes analgésicas, depurativas y estimulantes.

En la actualidad, el uso tradicional de la coca se ve amenazado por el aumento de la producción de cocaína, lo que crea fuertes presiones internacionales para la erradicación de todos los cultivos. Hay que remarcar, sin embargo, que el empleo tradicional no tiene nada que ver con la adicción a la cocaína, pues ésta produce grandes daños en el organismo e inestabilidad emocional, en tanto que aquél es prácticamente inocuo y más bien, un acto de gran contenido simbólico.

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